Es bien sabido
que en México la mayor parte de la fuerza laboral está ocupada en los llamados “negocios
informales”. Estas cifras son todos los años analizadas y a partir de ellas se
obtienen muchas conclusiones de todo tipo de temas: que si la generación de empleos
es muy baja, sobre los problemas de recaudación que estos negocios provocan,
sobre cómo se deberían regularizar estos negocios, en fin, hay de todo para
hablar respecto a lo que “negocios informales concierne”, pero existe un tema
central en todo ello: el daño que provoca a la economía mexicana.
De acuerdo a
cifras del INEGI, en México existen 48.7 millones de trabajadores, de los
cuales el 60.1% se encuentran trabajando en el sector informal. La cifra es
alarmante, más de la mitad de la fuerza laboral se encuentra en este nicho.
Pero existe un dato incluso más impactante y el cual se desconoce a ciencia cierta
¿Qué porcentaje de la economía nacional se encuentra sumergida aquí? Hay quienes
señalan que las dimensiones rondan el 10%, pero hay quienes aseguran que podría
ser hasta el 50%.
Ahora bien,
regresando al tema central de todo este tema ¿Cómo perjudica a la economía
nacional esta situación? El mejor modo de visualizarlo es con un ejemplo
práctico, como el de los puestos de tacos que por todos lados podemos ver, y
que todos sabemos operan de forma informal (o mejor dicho, ilegal; pero eso lo
abordo en un momentito más).
¿Cómo opera el
puesto de tacos? Este pequeño negocio hace de todo un poco: viola normas de
salubridad, invade la vía pública, no declara impuestos, en ocasiones roba
electricidad para suministrarse, y viola otra gran cantidad de normas, y claro
está, para seguir operando recurre a las mordidas para que los agentes no
cierren el changarro. Más que un negocio informal, es un negocio fuera de lo
legal.
Pero eso no es
todo, ese es tan sólo un primer ejemplo de lo que son los negocios ilegales, ya
que bajo las mismas faltas operan miles de otros negocios: talleres, fábricas,
maquiladoras; basta con darse una vuelta a un tianguis para ver ese segundo
nivel de ilegalidad, en el que se violan leyes como las que ya mencionábamos, y
se añaden otras violaciones pero ahora de manera colectiva.
El problema es
que la palabra informal hace ver a
estos negocios como un ligero error, como algo que podría ser perdonado, o que
el gobierno debe de arreglar. Y luego vienen las palabras como qué tanto es tantito, salgámonos de lo
legal aunque sea un poquito ¿Debe ser así? Definitivamente no.
Digo no, porque
de aquí nos saltamos al lado más oscuro de lo informal: el narcotráfico, la
trata de personas, la venta de bebidas adulteradas, el tráfico de armas, y
otros temas que hasta nos pesa hablar ya que esos ahora sí que son ilegales y
dañinos. Pero finalmente, negocios informales ¿Cierto?
Evidentemente el
que trafica armas hacia México termina por hacer más daño que el taquero, pero
ambos hacen lo mismo: violan normas. No seré el primero en señalarlo, pero el
perdonar lo pequeño da pie a hacerlo en grande. Me explico, el taquero que no
paga impuestos, deriva después en el traficante de piratería, y de allí al
vendedor de drogas. La tolerancia a lo ilegal, el eufemismo de la situación, sólo provocan que el problema crezca.
Y entonces ¿Qué
hacer? Ciertamente el taquero no merece una cadena perpetua como un
narcotraficante, pero debe de comparecer ante la ley. Las normas deben de
comenzar a respetarse y el primer paso es dejar de ablandar el tema diciendo
que son negocios informales, llámenles por lo que son: negocios ilegales.
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