Uno de los
fenómenos empresariales más interesantes en los últimos años es el caso de
Apple. La empresa de computadoras que durante mucho tiempo era “una más”
alcanzó el éxito “de la noche a la mañana” por así decirlo. Tal fue la rapidez
y el impacto que tuvo que hoy en día todo tipo de especialistas analiza qué fue
lo que llevo al éxito a Apple.
Y de allí surgen
toda una serie de “estrategias inspiradas en Apple”. Los especialistas tienen
toda una serie de explicaciones:
Que fue gracias a
que Apple logró crear variables de propuesta en donde nadie más lo había hecho,
impactando así al mercado de una forma única (Mauborgne).
Que fue gracias
al correcto manejo de las desventajas, la creación de una cadena de valor;
junto con una eficiencia operativa y estratégica.
Otros, señalan
que fue por la construcción de una empresa que constantemente aprende y se
adecua a las necesidades del mercado (Senge).
También afirman
que fue debido a su acelerado ritmo de innovación, que siempre iba aventajando
a toda la competencia.
Y dicen que fue
gracias al correcto manejo de entre la difusión y adopción de las innovaciones.
(Rogers)
En fin, se dicen
muchas cosas, pero todas no son sino palabras. En resumen el punto es este:
todas las teorías del éxito están escritas en retrospectiva. Hablar del éxito
de Apple después de haberlo alcanzado es irrelevante. Aquel que haya escrito
sobre lo que llevaría al éxito a Apple hace dos década, ese sí sabe de lo que
habla.
Lamentablemente
la mayor parte de las teorías de Marketing así funcionan: en retrospectiva.
Tratar de predecir qué empresa tendrá éxito es difícil, y lo es más entre más
insignificante es la empresa. No existen teorías de Marketing certeras, y
tratar de simular el éxito de otros, es más bien tratar de simular lo que “creen”
que lo llevo al éxito.
En otras
palabras, la verdadera fórmula de éxito en Apple no es una receta mágica.
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